El hipo es una contracción brusca, repetitiva e involuntaria del diafragma, el músculo que separa los pulmones del abdomen. Esto produce un espasmo que provoca un rápido cierre de las cuerdas vocales. Los movimientos del diafragma están controlados por el nervio frénico, que pasa por un costado del estómago, y si es estimulado se produce el hipo.
Durante los primeros meses de vida, el hipo es bastante frecuente y por lo general no debe ser un motivo de preocupación. Incluso se sabe que un bebé puede tener hipo dentro del vientre materno. Aunque para los adultos tener hipo resulta bastante molesto, esto no parece ser el caso en los bebés.
Las causas más frecuentes de hipo en el lactante son:
-Tragar aire en el momento de la alimentación.
-Haber llenado el pequeño estomaguito demasiado rápido o con mucha voracidad.
-Haber comido mucho.
-Tras una crisis de llanto.
-Haber regurgitado un poco de leche.
-Cambios bruscos de temperatura, cuando se desviste al niño para cambiar el pañal o darle un baño, por ejemplo.
El hecho de que es más frecuente en los pequeños se debe a que su sistema digestivo y nervioso están en proceso de maduración, por lo que el hipo irá haciéndose cada vez menos frecuente a medida que el bebé crezca.
Para prevenir el hipo en el bebé:
-Dale de comer antes de que tenga demasiada hambre.
-Busca la posición correcta para amamantar y procura que al tomar el pecho con la boca abarque toda la areola.
-Si le das biberón, la perforación del chupón debe ser la adecuada a su edad y procura evitar que entre demasiado aire a su estomaguito.
-Siempre sácale el aire a la mitad y después de cada toma de leche.
-Evita dejarlo llorar largo tiempo.
-Si tiene reflujo, recuéstalo un poco sentado después de cada toma de leche.
-Siempre cámbialo y báñalo en una habitación que no sea muy fría.
Si aún con estas medidas el bebé tiene hipo, puedes ofrecerle un poco más de leche materna, darle suaves palmaditas en la espalda o recostarlo en su lado derecho para evitar que el estómago distendido estimule el nervio frénico.
Si el hipo persiste por más de media hora, si el bebé no parece cómodo, llora o no quiere comer, o si presenta fiebre, es necesario acudir con el médico para descartar problemas en el aparato digestivo, respiratorio o neurológico.
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