El sueño de ser madre puede verse interrumpido por una pérdida espontánea antes de las 20 semanas. Comprender tanto los aspectos físicos como emocionales es clave para superar este duelo, sanar y avanzar.
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Mar del Cerro platica con Shulamit Graber sobre “cómo transitar el duelo y resignificar una pérdida espontánea”
Hablemos de
Pérdida espontánea Con Alejandra Hernández Ruiz, tanatóloga; Claudia Reyes, doula; Lilia Ortiz Monteón, ginecóloga; y Deborah Buiza, psicóloga.
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Pérdida espontánea Con Alejandra Hernández Ruiz, tanatóloga; Claudia Reyes, doula; Lilia Ortiz Monteón, ginecóloga; y Deborah Buiza, psicóloga.
Hablemos de… Pérdida espontánea Con Alejandra Hernández Ruiz, tanatóloga; Claudia Reyes, doula; Lilia Ortiz Monteón, ginecóloga; y Deborah Buiza, psicóloga.
¿Qué es?
Una pérdida espontánea se refiere a la terminación no intencionada del embarazo, ocurriendo la pérdida del embrión o feto antes de las 20 semanas de gestación, o si el feto pesa menos de 500 gramos. Si ocurre más tarde en el embarazo, se denomina muerte fetal intrauterina.
¿Por qué sucede?
Las pérdidas espontáneas suelen ocurrir por causas ajenas a la gestante, como anomalías genéticas o enfermedades. Existen varios tipos, desde inevitables hasta retenidos, y algunos pueden necesitar intervención médica.
¿Cuáles son los síntomas?
Una pérdida espontánea puede ser asintomática y solo detectable por ultrasonido. Los síntomas comunes incluyen sangrado, dolor abdominal y cólicos. Ante la sospecha, es crucial consultar a un médico para verificar el estado.
De unos años a la fecha, a los pequeños que llegan a la familia, tras la pérdida de un hijo anterior, se les suele denominar ‘niños arcoíris’. Pero, ¿por qué se les dice así?