Mi primera vez amamantando: la visión de una mamá asesora en lactancia

Mamá amamantando a su bebé
Tiempo de lectura: 4 minutos

La primera lactancia… A veces se nos olvida que la vida está llena de primeras veces, pero en la llegada de la maternidad no lo podemos ignorar, pues nos llevará en un viaje que pareciera un paseo en montaña rusa, lleno de nuevas experiencias y emociones. La noticia de estar esperando un bebé es impactante, tanto si lo esperabas como si no y de ahí en adelante todos los días estarán llenos de muchas nuevas “primeras veces”.

Como Asesora de Lactancia, cuando iniciamos el registro de un historial clínico una de las preguntas que hago a mis pacientes en consulta es:

¿Durante la atención y seguimiento a tu embarazo recibiste alguna información sobre lactancia de parte de tu personal de salud?

Tristemente 9 de cada 10 de ellas no recibieron información de su personal de salud sobre lactancia materna.

Imagina, si llegar con información no te evita errores, llegar “en blanco” será más abrumante todavía. Con lo anterior tenemos una de las respuestas más comunes a las cifras preocupantes de abandono o deserción de la lactancia. 

Yo también pasé por ahí y esta es la historia de mi primera lactancia. 

Primera Lactancia: expectativa vs realidad

El día del parto llegó. Puedo describirlo como un parto suave y poderoso.

Fue doloroso, sí, pero no hubo sufrimiento. Gocé de un parto en casa humanizado, un equipo preparado para emergencias (que afortunadamente no se presentaron) y mucha salud, asimismo un primer contacto con mi bebé apenas nació (lo que ahora llamamos la hora dorada). Sin embargo, no estaba preparada para lo que siguió, un posparto cansado, una bebé de apetito insaciable y yo con dolor al amamantar: grietas en los pezones que incluso llegaron a sangrar.

Mi bebé nació durante la pandemia de H1N1 (2009), así que localizar una asesora de lactancia (que había muy poquísimas en ese entonces) no fue posible.

Los mil remedios

En palabras bonitas describiré mi obstinación por amamantar como resiliencia y determinación: y yo tenía la determinación de alimentar a la bebé que había dado a luz, pero lloraba la bebé y ambas llorábamos a la hora de alimentarla.

Empezó la peregrinación de los remedios. Me unté de todo… ahora sé que lo mejor fue la aireación (permitir la ventilación de los senos) y un poco de sol, pero sobre todo corregir la postura de la bebé.

Mi problema era el más común: mal agarre, que, aunque ya había leído, estudiado en la parte teórica y visto las imágenes, aún faltaba algo que hiciera converger el conocimiento científico y la realidad que yo como mamá primeriza estaba viviendo. 

“Paréntesis: En este enlace puedes descargar un útil documento de la UNICEF que te mostrará datos indispensables acerca de la lactancia materna, sus beneficios y cómo lograr un “buen agarre”.”

“Perder una batalla no es perder la guerra…”

Así me dijo mi mamá cuando vio mi cara de desilusión al darle un biberón con leche de formula a mi bebé, luego hubo calma, la bebé durmió y yo también.

Tuve tiempo para sanar físicamente, pero me sentía muy mal por lo que estaba pasando así que conseguí una edición “viejita” del libro de la liga de la leche: “El arte amamantar”. Me advirtieron que no estaba actualizado, pero aún así lo leí de tapa a tapa. Acepté entonces que llevaría una lactancia mixta hasta sanar y aprendí que podía extraerme leche y dársela para que la producción no disminuyera.

“La cura”

Así se titulaba el capítulo dedicado a explicar cómo se podía volver a la lactancia materna luego de haber sanado las grietas; consistía básicamente en tomar un fin de semana para no hacer nada que no fuera alimentar al bebé y descasar lo más posible, el trabajo rudo le tocaba a papá: mantener a mamá alimentada, hidratada, cambiar pañales y hacer todo lo de casa.

La verdad ya me estaba acostumbrando al biberón, a extraerme leche y a preparar biberones, llevaba lo que se conoce como una lactancia mixta.

Llevar una lactancia mixta puede sonar idílico, pero siempre está latente que la fórmula pueda ganar… y tiene todo sentido, pues la necesidad del bebé va creciendo y si no hay más estimulo del bebé al seno, no habrá mayor producción. Preparar un biberón extra de leche de fórmula parece inofensivo, pero poco a poco esto comenzará a ganar terreno en la alimentación del bebé.

Así que me armé de valor y agendamos “la cura”

En las clases de preparación para el parto me habían dicho que sentiría un hormigueo al principio de amamantar.  Yo sentía no un “hormigueo”.  ¡Sentía que un “hormiguero entero” mi picaba al mismo tiempo!

Esa sensación duró casi 6 meses, así que no eran solo las grietas también una sensación interna, aunque breve, era muy intensa.

Alrededor de los 3 meses logre disminuir el uso de fórmula de la mitad de las tomas a una toma al día, ya no había dolor en pezones, solo esta sensación interna, pero desaparecía en los primeros minutos, todo iba mejorando.

¿Hasta cuándo le vas a dar pecho?

No recuerdo haber disfrutado la lactancia como foto de modelo de revista de maternidad, hasta pasados los 6 meses que fue donde vino un nuevo desafío, los comentarios de la comunidad… En esos días nadie sabía que la OMS recomienda la lactancia exclusiva por 6 meses y hasta los 2 años, ni era bien visto lactar en público (recordemos, era 2009).

Cuando al fin empezaba a disfrutar de mi primera lactancia, fue cuando todos los “opinólogos” comenzaron a manifestarse para que ya destetara, “que le sacara el pecho a la bebé”. Nadie conocía, recordaba o le interesaba toda mi travesía, pero una cosa era segura: era mi cuerpo, mi bebé y mi decisión. La lucha ahora ya no era para amamantar, era contra juicios y consejos no solicitados del tipo “estás malcriando a tu hija”, “no es normal lactar tanto tiempo”, “así no va a querer comida” y una larga lista de etcéteras. Al final logramos llegar a los 18 meses de lactancia materna.

Luego de esa primera experiencia tuve 3 lactancias más. La segunda fue muy similar a la primera lactancia, salvo que ya sabía que podía superar las grietas; sin embargo, me tocó ser mamá que trabajaba fuera de casa, lo que me llevó a nuevos retos como lactancia y trabajo. La tercera y cuarta han sido muy satisfactorias desde el comienzo, cada una con sus propios desafíos.

Ante la pregunta: ¿Por qué me convertí en asesora de lactancia? La respuesta es sencilla, mi experiencia me motivó a compartir de manera profesional como lactar a tu bebé exitosamente y sin dolor.

Por Yen Soto

Asesora de lactancia y porteo, Bióloga y madre de 4

Fuentes / Referencias / Más Información:

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