Piensa en tu decisión…
Aunque la Organización Mundial de la Salud establece seis meses como mínimo para la lactancia materna, la recomendación se extiende a dos años o hasta que la madre y el bebé ya no quieran hacerlo. Si lo que te incomoda es que tu bebé dependa demasiado de ti o tener los pechos demasiado llenos, puedes quitarle algunas tomas durante el día para reducir tu producción de leche sin cortar la lactancia al 100%.
Hazlo poco a poco…
Si ya tomaste la decisión de dejar de amamantar, no lo hagas de la noche a la mañana, pues ni tú ni tu bebé la pasarán bien. Él extrañará tu pecho calientito en contraste con una mamila de plástico y tú tendrás los pechos demasiado llenos. Empieza quitando la toma menos importante, y espera unos días antes de quitar la siguiente; así disminuirás la producción poco a poco y tu bebé se irá adaptando a su nuevo medio de alimentación.
Si tus pechos están congestionados, extráete un poco de leche (pero no toda la toma porque seguirás estimulando la producción). Si tu bebé no te acepta el biberón, intenta que se lo dé alguien más.
No le ofrezcas el pecho…
Aplica la política de “no ofrecer, no negar”. Si tu bebé ya te pide el pecho, dáselo, pero cuando no se acuerde, no te acerques a ofrecérselo. Algunos bebés simplemente dejan de pedirlo.
Rompe las rutinas…
Normalmente la toma más difícil de eliminar es la de la noche. Si tu bebé asocia la teta con la hora de dormir, trata de introducir una nueva costumbre. Por ejemplo, leerle un cuento a cantarle una canción. Si tienes una mecedora o un sillón favorito para amamantar, no le des ahí su mamila. Busca un nuevo espacio.
Si tu bebé ya come…
Quita primero las tomas que coincidan con la hora de la comida. Hazlo gradualmente, alimentando a tu bebé y luego dándole leche. Luego sustituye esa leche por un jugo o solo comida. Explícale lo que está pasando; entiende más de lo que crees.