Contiene proteínas ricas en aminoácidos esenciales, necesarios para la construcción y el mantenimiento de los tejidos del organismo. Además aporta una buena cantidad de grasas concentradas en la yema, en especial, las que son poliinsaturadas e importantes fosfolípidos, útiles para la constitución del sistema nervioso. Aporta vitaminas A y B y minerales como calcio, fósforo y hierro. Sin embargo, es un alimento que provoca alergias con facilidad. La yema tiene menos propiedades alergizantes que la clara y se la puedes ofrecer a tu hijo a partir de los 12 meses, pero siempre bien cocida. En el caso de la clara, dásela a partir de los 18 meses.