Posiblemente has experimentado algunas de las siguientes situaciones al momento de amamantar a tu bebé; pero no te preocupes, aquí te aconsejamos cómo remediarlas.
1. “A mi bebé no le gusta mi leche…”
Muchos bebés recién nacidos lloran o se quedan dormidos unos minutos después de que empieza a comer.
Solución
Esto no quiere decir que a tu hijo no le guste tu leche. En el primer caso, se arrulla con la succión y tu seno calientito. Si ves que tu bebé se duerme, quítale el suéter o los calcetines para despertarlo, o pásale una toallita fría por la frente. También puede ser que tu técnica no sea la adecuada y tu bebé se frustre al no poder prenderse bien y obtener la leche que necesita. Pide ayuda de una asesora de lactancia o de tu
pediatra.
2. “Mi bebé se sofoca con mi pecho”
Si tus senos aumentaron mucho de tamaño, es posible que te angustie asfixiar a tu bebé mientras le das el pecho.
Solución
Debes revisar tu postura para amamantar. Muchas mamás se colocan en una silla con el respaldo recto o bien inclinan el torso hacia adelante para llevar el pecho hacia la boca de su bebé. Esto hace que la gravedad lleve todo el peso de tu seno sobre su carita. Prueba recargándote hacia atrás en una almohada o en un reposet, de manera que puedas acostar a tu bebé sobre tu pecho y la gravedad esté a su favor. Así su carita caerá naturalmente sobre tu seno y este no lo aplastará.
3. “Mi bebé no se llena…”
Por supuesto que todas las mamás quieren que sus bebés estén bien alimentados, y es común que al ver que no sacan demasiada leche, quieran complementarlos con fórmula.
Solución
El tamaño del estómago de un recién nacido es el de una cereza, y crecerá en la primera semana al de un durazno. Los primeros días, tu bebé solo necesita el calostro que sale de tu pecho. Si complementas con un biberón, harás que su estómago crezca más rápido que tu producción de leche, e incluso puedes provocar que haya un desfase y ya no puedas llenarlo amamantando (pues no producirás suficiente si él no come siempre de tu pecho). Confía en que si mantienes lactancia a libre demanda, tu cuerpo se ajustará a sus necesidades.
4. “Mi bebé se puede deshidratar…”
Si vives en una zona de mucho calor o viajas a la playa, puede surgir la tentación de darle una mamila con agua a tu hijo.
Solución
Confía en tu cuerpo. Es tan maravilloso que ante un cambio de temperatura en el ambiente, tus senos producirán una leche más rica en minerales y más ligera para hidratar correctamente a tu bebé. Dale de comer siempre que lo requiera (será más seguido en el calor).
5. “Me sacrificaré, aunque mis pezones sangren…”
Tienes los pezones agrietados y la lactancia se vuelve un suplicio, pero sigues dándole leche a tu bebé.
Solución
La lactancia no tiene que ser un suplicio, sino un momento agradable para ti y tu bebé. Si tienes los pezones agrietados o sangrantes, consigue una pezonera y revisa tu técnica para prender a tu bebé al pecho. Colócate lanolina para hidratar tu piel y leche materna, que es un buen antibiótico, y deja que tus senos se sequen al aire lo más posible. ¡No pases un día más sufriendo!