Que un bebé realice lo antes mencionado, no quiere decir que sea capaz de flotar por sí mismo ni que tenga la fuerza para sacar la cabeza y respirar. El pequeño no puede sobrevivir sin ti ni mantenerse más que unos segundos bajo el agua.
La American Academy of Pediatrics (AAP) desaconseja meter a tu bebé a clases de natación antes de cumplir el año de edad. También es importante que sepas que hasta los cuatro años las habilidades motoras y cognitivas de los niños no son adecuadas para aprender técnicas de nado, y para ellos se trata de una actividad recreativa más que de supervivencia.
Es posible que se familiaricen con el agua, le pierdan el miedo y aprendan a realizar movimientos para llegar a la orilla, pero se ha demostrado que los programas acuáticos para estas edades no reducen el riesgo de ahogamiento (tu hijo no puede estar en el agua sin supervisión después de tomarlos).
La AAP también recomienda que:
- Cuando un bebé o infante esté en el agua, siempre haya un adulto a un brazo de distancia para auxiliarlo.
- Buscar un programa de nado que transmita a tu bebé los riesgos inherentes del agua y que te enseñe estrategias para prevenir el ahogamiento.
- Preguntar en la escuela de natación a qué temperatura está la alberca (30 grados es ideal) y cómo la mantienen limpia para evitar infecciones (cuida que no tenga demasiado cloro; los filtros de ozono son ideales).
- Cuando creas que es el momento de llevar a nadar a tu bebé, consulta con su pediatra antes de inscribirlo.
¡Feliz chapuzón!