Alrededor del mundo el mes de octubre está dedicado a la sensibilización y lucha contra el cáncer de mama. Normalmente, las células de nuestro cuerpo se dividen constantemente y proliferan de manera ordenada, para reparar tejidos e ir sustituyendo los viejos por nuevos y sanos. El cáncer es la proliferación descontrolada y desorganizada de células, que pueden invadir tejidos vecinos e irse a otras partes del cuerpo, invadir otros órganos (metástasis) y, en algunos casos, puede causar la muerte. El cáncer de mama es aquel que se origina en las células de la mama.
Algunas medidas para reducir el riesgo de padecer cáncer de mama son: no fumar, limitar el consumo de alcohol, mantener un peso saludable, hacer ejercicio y amamantar de forma exclusiva durante los primeros seis meses del bebé.
El embarazo es una etapa en la vida de la mujer que generalmente está llena de ilusiones, sueños y esperanzas. Cuando se diagnostica cáncer de mama durante el embarazo todo aquello se hace poco importante ante la inminencia de hacer un tratamiento integral y multidisciplinario que favorezca la recuperación de la salud de la mujer sin que dañe al bebé que está por nacer.
El diagnóstico de cáncer de mama durante el embarazo suele dificultarse, ya que los senos sufren cambios en tamaño, densidad y sensibilidad, lo que puede atrasar la detección de un tumor. Aunque el embarazo en sí mismo no es un factor de riesgo ni favorece el desarrollo del cáncer de mama.
El diagnóstico se puede realizar a través de un ultrasonido que resulta inocuo para el bienestar del bebé y si es necesario se suele confirmar con una mastografía u otros estudios de imagen, o una biopsia.
El tratamiento para el cáncer de mama durante el embarazo siempre dependerá de factores como el tipo de cáncer, el tamaño del tumor, la etapa en que se encuentra, si ha invadido otros tejidos, el avance del embarazo, así como las preferencias personales de la mujer y su pareja.
Generalmente la primera opción para tratar el cáncer de mama en el embarazo suele ser la mastectomía radical, que consiste en la extirpación del seno y ganglios linfáticos, debido a que una cirugía más conservadora requiere como tratamiento coadyuvante la radioterapia, que puede dañar al feto.
Durante el segundo y tercer trimestre del embarazo también es posible dar tratamiento con ciertos tipos de quimioterapia, en muchas ocasiones, posterior a la cirugía, ya que el riesgo para el bebé es poco; la radioterapia, la terapia hormonal y terapia dirigida solamente se pueden utilizar después del parto. La mayoría de los médicos recomiendan no amamantar al bebé durante el tratamiento del cáncer de mama.
Posterior a una mastectomía, la mujer puede requerir de apoyo emocional y psicológico, para superar la pérdida, adaptarse a su nueva realidad y continuar con su vida. La mastectomía se vive como una mutilación. El pecho es una parte fundamental en el cuerpo de la mujer: contribuye a su feminidad, a su identidad y su autoimagen, y su pérdida es difícil de afrontar.
En el caso de las madres, cuyos hijos requieren de la crianza, la presencia y la compañía de su madre, el apoyo psicológico para ésta se hace especialmente importante. Nunca se deben minimizar o descalificar las emociones de una mujer que ha pasado por esta cirugía, más bien todo lo contrario, se debe dar apoyo y acompañamiento y, si es necesario, otorgar las facilidades para el tratamiento psicológico o psiquiátrico.